Ciencias Forenses
El punto de vista molecular en un click

Descubriendo el DNA




El DNA fue descubierto por Miescher en 1871, pero se identificó como portador de la información genética a mediados del siglo XX. En 1953, Watson y Crick sugieren un modelo tridimensional para su estructura y el mecanismo de replicación que se confirmaron más tarde.

El DNA en la identificación individual supuso una revolución en la bioquímica forense.

A partir del descubrimiento de polimorfismos hipervariables en el DNA por Wyman y White en 1980 y de la posibilidad de emplearlos en identificación humana por Jeffreys en 1985, los rangos de probabilidad de exclusión se incrementaron en más del 99% superando incluso a la aplicación de todos los sistemas superiores en conjunto.

Podríamos considerar como el desencadenante de esta “revolución” el hecho que en 1985 (por Jeffreys) se resuelve el primer caso judicial por aplicación de técnicas moleculares de caracterización de secuencias hipervariables en el DNA.

El mismo año, en 1985, los resultados obtenidos en el estudio de Huellas Digitales Genéticas (HDG) o DNA-fingerprinting permitieron aclarar una disputa por inmigración a Gran Bretaña. Poco tiempo después, una corte civil inglesa acepta la evidencia de DNA en un caso de paternidad discutida.

A partir de 1987 las pruebas de DNA son admitidas como evidencia en las Cortes Criminales de Gran Bretaña y Estados Unidos.

En 1989, a causa de unos estudios de dudosa verosimilitud llevados a cabo por la empresa americana Lifecodes Corp, en una caso criminal se discute en Estados Unidos la validez científica de estas pruebas en la práctica forense (Lander, 1989). En 1990, el U.S Congress Office of Technology Assessment concluye que la identificación de individuos basada en las técnicas de DNA es científicamente válida, siempre que se disponga de la certeza metodológica de su realización. Se estandarizaron las técnicas por los laboratorios del FBI, entre otros.

A partir de los años 90 se empezó a poder analizar muestras de tejido muy dañado a partir de estas técnicas gracias a la posibilidad de evaluar un gran número de sitios variables localizados en diferentes zonas del genoma (Edwards et al, 1991). Esto permitió, en 1992 identificar cadáveres quemados y en estado de putrefacción del atentado a la Embajada de Israel.

Posteriormente, el descubrimiento de un gran número de secuencias polimórficas (Roewer et al, 1996), hace posible la realización de estudios más completos a nivel poblacional y su aplicación inmediata en la resolución de casos forenses.

Hoy en día, se siguen estudiando las posibles optimizaciones de estas técnicas ya que, pese su gran utilidad y veracidad, existen lagunas importantes a resolver.

Trabajo de Final de Grado - Ciencias Biomédicas (Universitat Autònoma de Barcelona) Desirée Gutiérrez - 2013; Tutor: Cristina Pereira Santos Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
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